El extractivismo, al igual que el colonialismo, tiene muchas formas y tamaños diferentes. En el caso del Sáhara Occidental, no sólo se manifiesta en la extracción de fosfatos, la pesca y las industrias de la arena y la agricultura. En la actualidad, el extractivismo en el Sáhara Occidental también se sustenta en proyectos de energías renovables, utilizados en parte para «maquillar de verde» la ocupación marroquí del Sáhara Occidental.
Las múltiples crisis ecológicas causadas por la actividad humana están vinculadas con otros problemas políticos, sociales y económicos que atraviesa el Norte de África y, al mismo tiempo los exacerban.1 En el Sáhara Occidental estas dificultades y crisis están determinadas por su condición de colonia. El presente informe intenta aportar a las conversaciones sobre una transición justa –es decir, una transición hacia «economías prósperas que brindan medios de subsistencia dignos, productivos y ecológicamente sostenibles; gobernanza democrática y resiliencia ecológica»– en el Sáhara Occidental.2 Aborda el modo en que funciona el extractivismo en la zona del Sáhara Occidental actualmente ocupada por Marruecos. Gran parte del análisis se centra en proyectos de energía renovable, debido a que a nivel internacional se felicita a Marruecos por su compromiso con la llamada «transición hacia una energía verde».3 El presente análisis es diferente. Intenta elevar las voces de la población saharaui originaria del Sáhara Occidental. Debido a que los desarrollos en materia de energía renovable menoscaban la autodeterminación del pueblo saharaui y exacerban las desigualdades (percibidas y reales) entre saharauis y marroquíes, esos desarrollos impiden una transición justa.
A continuación, tras describir brevemente la historia del conflicto en el Sáhara Occidental, los autores identifican, en primer lugar, las formas de extractivismo en ese territorio ocupado del Sáhara Occidental y hacen un relevamiento de quiénes contribuyen a las industrias extractivas y lucran con ellas. Si bien el foco principal del informe son los desarrollos energéticos, también se arroja luz sobre formas de extractivismo conexas, como la extracción de fosfatos, la pesca y las industrias de la arena y la agricultura. La investigación sobre el extractivismo en el Sáhara Occidental se enmarca en conversaciones en profundidad con académicos y activistas acerca de la energía y el colonialismo a nivel mundial. El informe explica además por qué los desarrollos en materia de energía renovable en el territorio ocupado del Sáhara Occidental deberían considerarse formas de extractivismo.
En segundo lugar, los autores sostienen que la energía producida (potencialmente) en el Sáhara Occidental contribuye a la diplomacia del régimen marroquí en el extranjero, perpetuando así su poder colonial en el territorio ocupado.
Por último, el informe se pregunta cómo sería una transición justa saharaui. Los autores se inspiraron en los campamentos de refugiados saharauis y en el Gobierno en el exilio ubicado cerca de Tinduf, en Argelia. Allí se analiza una pequeña muestra de iniciativas saharauis para determinar cómo podrían relacionarse con una transición justa o influir en ella.
Una breve historia sobre el conflicto del Sáhara Occidental
La colonización española del Sáhara Occidental comenzó en 1884, después de la Conferencia de Berlín, en la que los Estados europeos se dividieron el territorio de África entre sí y el Sáhara Occidental pasó a ser propiedad de España. En un comienzo, la presencia española en el denominado «Sáhara español» se limitaba a la pesca en aguas costeras y el comercio con tribus saharauis. Sin embargo, el descubrimiento de fosfatos, petróleo y otros yacimientos minerales en la década de 1940 alentaron a España a ampliar su dominio sobre el territorio al ámbito político, social y económico.4
A comienzos de la década de 1960 inició una nueva era de descolonización con la Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1960.5 El Sáhara español (Sáhara Occidental) se incluyó en la lista de las Naciones Unidas de territorios no autónomos que se descolonizarían en 1963. En ese entonces, surgieron movimientos masivos organizados a favor de la independencia saharaui; el primero de los cuales fue la Organización de Vanguardia por la Liberación del Sáhara, creado en 1968 por Mohamed Sidi Brahim Bassiri.6 Más tarde, después de que España desapareciera a Bassiri, un grupo de estudiantes y miembros de la Organización de Vanguardia creó el Frente Popular por la Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro (Polisario) en 1973. En ese mismo año, iniciaron una lucha armada contra los españoles.7
Desde la independencia de Marruecos en 1956, y debido a sus ambiciones expansionistas, el régimen marroquí ha expresado su sueño de un «Gran Marruecos», que abarcaría el Sáhara Occidental, Mauritania y partes de Argelia y Malí.8 Por lo tanto, cuando España mencionó su plan de llevar a cabo un referéndum sobre la autodeterminación de los saharauis en 1974, Marruecos y Mauritania expresaron nuevamente sus propios argumentos a favor de la soberanía territorial respecto del Sáhara Occidental. La Corte Internacional de Justicia escuchó los argumentos de los dos Estados, que alegaban que antes de la colonización española, el Sáhara Occidental había pertenecido al territorio del Gran Marruecos y la Gran Mauritania. La Corte rechazó estas afirmaciones en una opinión consultiva y exhortó a que se aplicara la resolución 1514 (XV) de las Naciones Unidas, que reconoce la autodeterminación de los indígenas saharaui.9 Sin embargo, España firmó un acuerdo ilegal con Marruecos y Mauritania, mediante el cual se dividió el Sáhara Occidental entre los dos países africanos y se otorgó a España un 35 por ciento de las ganancias de las reservas de fosfato del territorio, además de acceso permanente a su pesca.10
En octubre de 1975, Marruecos y Mauritania invadieron el Sáhara Occidental.11 Decenas de miles de saharauis huyeron y se refugiaron en campamentos en Argelia. Algunos fueron bombardeados con napalm en el trayecto.12 En 1976, el Frente Polisario, con sede en los campamentos, declaró la creación de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) en el exilio. Esa sería la sede de la lucha armada del Frente Polisario contra Marruecos y Mauritania hasta que las Naciones Unidas negociaron un alto el fuego en 1991, que se acordó sobre la base de la promesa de que se celebraría un referéndum de autodeterminación sobre la independencia de los saharauis. El referéndum nunca tuvo lugar y el proceso diplomático estuvo estancado hasta noviembre de 2020 (véase a continuación).
Mauritania se retiró de la guerra en 1979, tras firmar un acuerdo de paz con el Frente Polisario. Marruecos sigue ocupando el Sáhara Occidental. La Asamblea General de las Naciones Unidas pidió «encarecidamente a Marruecos que participe también en la dinámica de paz y ponga fin a la ocupación del Territorio del Sáhara Occidental».13 El Frente Polisario controla aproximadamente una cuarta parte del territorio del Sáhara Occidental, al este de la berma construida por Marruecos, que es considerada la «mayor barrera militar del mundo».14
En la actualidad, alrededor de 180 000 saharauis viven de ayuda humanitaria internacional en campamentos de refugiados en Argelia, mientras que Marruecos sigue aplicando políticas de colonialismo de asentamiento en el territorio ocupado del Sáhara Occidental. Esas políticas abarcan desde la desaparición forzada y la tortura de presos de conciencia15 hasta el traslado de los colonos marroquíes al territorio (no hay datos fiables sobre la proporción exacta de colonos en relación con los indígenas saharauis, pero el consenso es que los primeros superan ampliamente en número a los últimos), además de la apropiación cultural.16
El alto el fuego negociado por las Naciones Unidas entre el Frente Polisario y Marruecos, que comenzó en 1991, duró 29 años, pero finalizó el 13 de noviembre de 2020, tras un incidente violento. Civiles saharauis habían erigido una barricada en un hueco de la muralla militar cerca de la localidad de Guerguerat, en una zona de amortiguación desmilitarizada en la frontera con Mauritania. Abdelhay Larachi, un saharaui que ayudó a colocar la barricada, explicó: «queríamos cerrar el pase ilegal en Guerguerat […] [es] una entrada por la cual Marruecos envía los recursos naturales que saquea a Mauritania y a otros países».17 Marruecos disparó a los manifestantes en el lugar y el Frente Polisario, declarando el quiebre del cese del fuego, disparó en respuesta.
No es casualidad que la nueva guerra fuera provocada por el bloqueo saharaui del denominado «corredor del saqueo» en Guerguerat (mediante el cual se trasladan hortalizas del territorio ocupado para enviar al puerto de Nouadhibou, desde donde se exportan al resto del mundo). El extractivismo es una de las causas principales del conflicto y el colonialismo en el Sáhara Occidental.
Extractivismo en el territorio ocupado del Sáhara Occidental
El extractivismo es un modo de acumulación capitalista mediante el cual algunas regiones, generalmente del Norte global, extraen recursos naturales de otras regiones, principalmente para su exportación. El extractivismo ha caracterizado la relación de Europa con las Américas, África y Asia desde la época de la conquista y la colonización.19 Hoy en día, el extractivismo en el Norte de África continúa en la forma de neocolonialismo.20 Se extraen recursos desde petróleo y gas hasta menas preciosas, productos pesqueros y agrícolas.21 El turismo y la apropiación cultural también se consideran en general formas de extracción neocolonial, en el sentido de que se explotan recursos del Sur global o indígenas, como recursos intelectuales o artísticos, para el beneficio de las poblaciones del Norte global.22
En los últimos años ha quedado cada vez más claro que los proyectos de energía renovable también pueden perpetuar o reforzar el extractivismo. Por ejemplo, activistas locales consideraron que la fallida Iniciativa Industrial Desertec, que intentaba satisfacer alrededor del 20 por ciento de la demanda energética de Europa para 2050 mediante la construcción de parques solares y eólicos en Oriente Medio y el Norte de África, era un emprendimiento capitalista neocolonial. Desertec planteó preocupaciones sobre el posible saqueo de los ya escasos recursos hídricos, la exportación de energía a Europa sin satisfacer las necesidades energéticas locales y el lenguaje colonial utilizado para describir el desierto del Sáhara. La iniciativa finalmente fracasó por motivos financieros.23 De modo similar, sobre la base de investigación en comunidades indígenas de México, Alexander Dunlap describe los desarrollos de energía renovable a escala industrial como «combustibles fósiles+», debido a que esos proyectos empresariales de gran escala renuevan y amplían el orden explotador, capitalista y colonial de la industria de los combustibles fósiles.24 Los desarrollos de energía renovable en el territorio ocupado del Sáhara Occidental pueden considerarse extractivistas debido a que perpetúan modos de acumulación capitalista y utilizan recursos en formas que no reconocen los derechos humanos de las comunidades locales ni las benefician.
Además de un parque eólico privado que suministra electricidad a una fábrica de cemento, los proyectos de energía eólica en el territorio ocupado del Sáhara Occidental son parte de la cartera de la empresa de energía eólica Nareva, que pertenece a la empresa de la monarquía marroquí, Al Mada.25 Nareva ha trabajado en asociación con la multinacional alemana de energía Siemens (y, posteriormente, con su filial española Siemens Gamesa) en todos los parques eólicos que ha desarrollado en el territorio ocupado del Sáhara Occidental. El parque de Aftissat de 200 MW genera electricidad para clientes industriales, entre ellos la empresa estatal marroquí Office Chérifien des Phosphates (OCP).26 El parque eólico de Fum el Uad, de 50 MW, suministra el 95 por ciento de la energía necesaria para el funcionamiento de la mina de fosfato de OCP en Bucraa.27 Está prevista la construcción de más parques eólicos en el territorio ocupado del Sáhara Occidental, que tendrán una capacidad combinada de más de 1000 MW. También hay planes de ampliar dos parques solares en el territorio y de construir un tercero. Además, se están realizando estudios sobre el potencial geotérmico del territorio ocupado.28
Si bien este artículo se centra en proyectos de energía renovable, es necesario enmarcar esos proyectos en el contexto más amplio del extractivismo en el territorio ocupado del Sáhara Occidental. Los fosfatos de la mina de Bucraa –para cuya extracción se secan pozos subterráneos preciados– se transportan a todo el mundo para utilizar en fertilizantes para la agricultura.29 Invernaderos de tamaño industrial producen hortalizas para el mercado de la Unión Europea (UE).30 Los ricos recursos pesqueros del Sáhara Occidental también son explotados por arrastreros de varios países y regiones, especialmente de la UE y Rusia, mediante prácticas no sostenibles para el medio ambiente.31 A nivel local, se han otorgado varios permisos de pesca a personalidades de alto perfil del makhzen marroquí (la élite en el poder).32
Muchos juristas cuestionan la legalidad de esas actividades, dado que no se puede explotar legalmente los recursos de un territorio ocupado sin el consentimiento de su población.33 En este sentido, el Gobierno de la RASD y grupos de solidaridad con la población saharaui han entablado demandas ante varios tribunales internacionales.34
Ocupación energética: de qué modo la energía contribuye a la diplomacia del régimen marroquí
Los proyectos energéticos son utilizados para crear nuevas formas de dependencia de energía fuera de Marruecos. Esa energía es parcialmente suministrada por el Sáhara Occidental, lo cual genera un incentivo diplomático para que otros países apoyen la ocupación. El Sáhara Occidental está conectado a la red eléctrica de Marruecos a través de una interconexión en su capital, El Aaiún. Se está creando una interconexión de 400 kilovoltios (kV) entre El Aaiún y Dajla, una ciudad en el sur del Sáhara Occidental.35 Marruecos aspira a conectar su red a la de Mauritania a través de Dajla, con el objetivo de exportar energía al mercado de África Occidental.36 De modo similar, en las negociaciones de las Naciones Unidas sobre cambio climático (COP22) celebradas en Marrakech en 2016, Marruecos firmó un plan para exportar energía al mercado interior europeo.37 Estos planes y acuerdos representan fuertes obstáculos adicionales a la autodeterminación del pueblo saharaui. Si se establecen estas interconexiones, Marruecos podría crear una dependencia parcial de Europa y África Occidental respecto de la energía generada en el Sáhara Occidental.
El régimen marroquí también utiliza la promesa de la energía para aumentar su «poder blando» (es decir, el poder de persuadir o coercionar a otros Estados para que lleven a cabo determinadas políticas o medidas) en el continente.38 Por ejemplo, el gasoducto de Nigeria y Marruecos (NMGP) es un proyecto en tierra y mar que procura suministrar gas de Nigeria a África Occidental y el Norte de África, y que podría abastecer a Europa. El NMGP es un proyecto de energía de grandes dimensiones, con enormes repercusiones políticas: si bien el régimen nigeriano tradicionalmente ha sido un fuerte defensor del Frente Polisario, el país ha suavizado su postura diplomática sobre el conflicto del Sáhara Occidental debido a este proyecto.39 Ello puede interpretarse como una forma de diplomacia energética: Marruecos hace que actores poderosos sean cómplices en la ocupación y crea alianzas para su proyecto colonial a través de sus desarrollos de sistemas energéticos.
También se pueden analizar los proyectos de energía renovable de Marruecos en el Sáhara Occidental desde la perspectiva del lavado verde. El «lavado verde» consiste en promover un producto, política o acción de manera engañosa como respetuosos del medio ambiente. Marruecos cultiva una imagen de «líder africano en el desarrollo de energía renovable».40 Ello implica un lavado verde de su ocupación del Sáhara Occidental. El impacto ambiental del gran despliegue militar, del muro que separa el país, de la explotación de fosfato y el secado de pozos de agua dulce para regar invernaderos de tamaño industrial se ocultan detrás de la imagen «verde» que el régimen marroquí se ha empeñado en promover.
Los proyectos de energía en el territorio ocupado del Sáhara Occidental promueven una falsa «soberanía» energética para Marruecos (falsa porque Marruecos no es el poder soberano del Sáhara Occidental), dado que le otorgan «independencia energética» de otros países de la región, mediante la expropiación de los recursos del Sáhara Occidental. En el último trimestre de 2021, Marruecos estaba intentando acelerar el proyecto del NMGP, debido a que Argelia se negó a seguir cooperando con el país, tras haber cortado relaciones diplomáticas con el reino, en gran parte debido al conflicto en el Sáhara Occidental.41 De hecho, en un contexto en el cual el reino produce un volumen insignificante de su propio petróleo y gas, los planes de energía renovable de Marruecos apuntan a que el país deje de depender de la importación de energía del extranjero. El Western Sahara Resource Watch (WSRW) informa que «la energía eólica producida en el territorio ocupado del Sáhara Occidental podría constituir el 47,2 por ciento de la capacidad eólica total de Marruecos de aquí a 2030. En ese mismo año, la proporción de energía solar generada en el territorio podría ser de entre 9,70 por ciento y 32,64 por ciento de la capacidad solar total de Marruecos, o incluso más elevada.42 Por lo tanto, Marruecos está intentando solucionar sus problemas de suministro de energía mediante la explotación colonial de los recursos del Sáhara Occidental.Leer mas Origen